sábado, 18 de junio de 2011

MAESTROS DE CALLE

Resulta esperanzadora una nueva simbología que se le está dando a la calle. No es sólo el camino más corto entre la casa y el trabajo o el sitio de ocio donde todo puede destrozarse impunemente, o incluso un simple manifestódromo, sino un lugar de reunión para escuchar argumentos, reflexionar, realizar propuestas o tomar decisiones las veinticuatro horas del día. Es más reconfortante aún que se convierta en emblemático de este movimiento la Puerta del Sol. Un lugar para el recuerdo donde la gente se disfrazaba de forma estrafalaria y divertida para escuchar las doce campanadas un día al año y se vestía de gris el resto pasando casi de puntillas delante de los siniestros calabozos de la actual sede de la Comunidad Autónoma. En aquellos últimos años de la dictadura cuando viajaba por primera vez a otros países de Europa me sorprendía la atracción que despertábamos los españoles entre los compañeros de trabajo de esos paises. No venían a compadecernos ni a animarnos... sólo querían pasarlo bien y como ya sabían la palabra siesta hubo que continuar la práctica con otras palabras esenciales como fandango y hasta incluso derivadas como cachondo y cachondeo. No era necesario que hubiera alcohol ni nada parecido por medio pero sí se había creado ya un tópico sobre nuestra buena disposición para la diversión y debo reconocer que hasta resultaba agradable. La fama parece que continúa. Los estudiantes europeos prefieren España para realizar el Erasmus porque piensan que aquí al menos la fiesta está asegurada pero también tenemos mimbres para el curre y ahora podemos ser maestros incluso en abordar los problemas y tratar de resolverlos racionalmente desde la calle. Por supuesto mejor que los griegos de ahora cuya sucesión interminable de huelgas generales con violencia incluída semejan manotazos torpes que aunque no sea la causa tampoco les ayuda a salir del atolladero. Precisamente en Grecia una vez se creó la palabra democracia, en el ágora que ahora se revive, pero el poder no tardó mucho en recluirse otra vez en los palacios, en las fortalezas o en los templos y el control de la res pública se convirtió en el monopolio de uno o de unos pocos privilegiados a los que podía bastar con ser descendientes de otros privilegiados para ejercer su dominio. Pero ahora todos, senatus y juventus, tenemos la oportunidad de participar mucho más directamente en nuestro propio gobierno. Por una parte con la ayuda de las redes sociales que podrían disminuir considerablemente el nivel de demagogia que siempre ha erosionado la democracia y por otra con la voluntad de los ciudadanos empeñados en evitar que la calle sea un lugar asociado al miedo. En Flandes se tuvo que poner el sol al igual que ahora ha bajado el telón la puerta homónima madrileña pero la democracia real no debería dormir nunca.