domingo, 9 de octubre de 2011

MASCULINITIS

Ha existido en algunos medios un error de interpretación en la labor de filólogo del juez Del Olmo sobre la palabra “zorra” por lo que la feminitis reinante, sin reparar siquiera en la gravedad de la amenaza de muerte que se obvió inicialmente en algunos medios, ha aprovechado de nuevo para trasladar una versión interesada a los titulares aunque lo verdaderamente asombroso hubiera sido que la justicia, que se declara escasa de recursos, se pronunciara tan profusamente sobre ese término o expresión. En tal caso los jueces podrían dedicar toda su carrera judicial.sólamente a lo que se dice en la puerta de un Instituto de cualquier población .
Por las razones que sean los riesgos que sufren las mujeres en este país son mucho menores que los que sufrimos los hombres aunque hábilmente se traslade a la opinión pública lo contrario. El gran drama de España no está ni en el terrorismo, ni en la llamada violencia de género, ni en los ajustes de cuenta, ni siquiera en las víctimas de accidentes de tráfico. Este drama tiene nombre y apellido: Suicidio Masculino. Fueron casi dos mil setecientos los suicidios de hombres, mil novecientos más que de mujeres, en el año 2008 que de producirse a la inversa, igual que la esperanza de vida, ya estarían claras sus razones y las correspondientes exigencias. Para explicar este hecho no hay argumentos como la tendencia a la depresión ni que en todos los países y culturas exista la misma tendencia. Es verdad que el hombre marca generalmente la tragedia cuando acaba con la vida de otros hombres y en menos casos de mujeres, en ocasiones suicidándose o intentándolo al mismo tiempo, pero en la gran mayoría de los casos se suicida sin realizar ningún otro daño físico. Existen múltiples causas pero no estaría de más como contraposición que los medios dedicasen más atención a una línea de investigación que casi siempre ha funcionado: cherchez la femme. Es inconcebible que se de por supuesto que el maltrato tanto físico como psicológico provienen del mismo género Al hombre desde niño se le han exigido más respuestas porque de las tareas rutinarias se encargaba generalmente la madre.Cuando se habla de privilegios de género no se suele hacer mención a la desubicación que ocasiona en el hombre con cierta frecuencia la actitud familiar y social. Es probable que si este se lamenta de ser maltratado no se le atienda como a la mujer y además que se le califique de calzonazos. Proteger al débil era su tarea aunque astutamente siempre ha habido un terreno pantanoso en el que una mujer puede interpretar la acción a conveniencia, bien como caballerosidad o bien como menosprecio a su capacidad. Cuando se cree haber encontrado a una mujer comprensiva es fácil que sea el hombre quien termine conociendo pormenorizadamente cualquier simplicidad de todos y cada uno de los componentes del árbol genealógico de esta. Da la impresión de que al género femenino poco le importa que unos pocos de sus componentes lleguen a ser como Ferrán Adriá, Arguiñano o Arzak porque lo verdaderamente importante es que casi todas den la teta y la papilla durante los primeros años de vida a los que más tarde van a ser jueces, políticos, periodistas o abogados. Todos tendrán la hornacina de la madre en sus actuaciones pero en lugar de sentirse condicionados por esa imagen algunos pueden utilizarla como símbolo de opresión del poder masculino. Se quiere trasladar la hostilidad de la justicia hacia la mujer pero es frecuente que lo primero que un hombre escucha de un experto en leyes, antes incluso de explicar la causa del litigio con su esposa, sea: prepárate para lo peor.
Reconozco que sufro un episodio más de masculinitis, algo así como una exageración del orgullo masculino, y todo ha empezado en esta ocasión por la equívoca reacción ante un juez que se ha devanado los sesos buscando una acepción menos ofensiva para la mujer. En esta tesitura me remito al origen de términos como idiocia o imbecilidad en su primitivo significado, relativo a la baja capacidad mental, para referirme a aquellos y aquellas que obsesiva y sistemáticamente tratan de culpabilizar injustamente al género masculino.

1 comentario:

  1. Carta urgente al impagable juez Del Olmo

    "Estimado juez Del Olmo: Espero que al recibo de la presente esté usted bien de salud y con las neuronas en perfecto estado de alerta como es habitual en Su Señoría…

    … El motivo de esta misiva no es otro que el de solicitarle amparo judicial ante una injusticia cometida en la persona de mi tía abuela Felicitas y que me tiene un tanto preocupada. Paso a exponerle los hechos:

    Esta mañana mi tía abuela Felicitas y servidora nos hemos cruzado en el garaje con un sujeto bastante cafre que goza de una merecida impopularidad entre la comunidad de vecinos. Animada por la última sentencia de su cosecha, que le ha hecho comprender la utilidad de la palabra como vehículo para limar asperezas, y echando mano a la riqueza semántica de nuestra querida lengua castellana, mi querida tía abuela, mujer locuaz donde las haya, le ha saludado con un jovial "que te den, cabrito".

    Como una hidra, oiga. De poco me ha servido explicarle que la buena de la tía abuela lo decía en el sentido de alabar sus grandes dotes como trepador de riscos, y que en estas épocas de recortes a espuertas, desear a alguien que le den algo es la expresión de un deseo de buena voluntad. El sujeto, entre espumarajos, nos ha soltado unos cuantos vocablos, que no sé si eran insultos o piropos porque no ha especificado a cuál de sus múltiples acepciones se refería, y ha enfilado hacia la comisaría más cercana haciendo oídos sordos a mis razonamientos, que no son otros que los suyos de usted, y a los de la tía abuela, que le despedía señalando hacia arriba con el dedo corazón de su mano derecha con la evidente intención de saber hacia donde soplaba el viento.

    Como tengo la esperanza de que la denuncia que sin duda está intentando colocar esa hiena -en el sentido de que es un hombre de sonrisa fácil- llegue en algún momento a sus manos, le ruego, por favor, que intente mediar en este asunto explicándole al asno -expresado con la intención de destacar que es hombre tozudo, a la par que trabajador- de mi vecino lo de que las palabras no siempre significan lo que significan, y le muestre de primera mano esa magnífica sentencia suya en la que determina que llamar zorra a una mujer es asumible siempre y cuando se diga en su acepción de mujer astuta.

    Sé que es usted un porcino -dicho con el ánimo de remarcar que todo en su señoría son recursos aprovechables- y que como tal, pondrá todo lo que esté de su mano para que mi vecino y otros carroñeros como él -dicho en el sentido de que son personas que se comen los filetes una vez muerta la vaca - entren por el aro y comprendan que basta un poco de buena voluntad, como la de mi tía abuela Felicitas, para transformar las agrias discusiones a gritos en educados intercambios de descripciones, tal y como determina usted en su sentencia, convirtiendo así del mundo un lugar mucho más agradable.

    Sin más, y agradeciéndole de antemano su atención, se despide atentamente, una víbora (evidentemente, en el sentido de ponerme a sus pies y a los de su señora)."

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