domingo, 7 de octubre de 2012

La era de los estúpidos I: dos grados de ambición

Si no cambiamos de rumbo, el petróleo y los combustibles fósiles
marcarán el ocaso de la especie humana.
Por Alan Brain


Los últimos estudios científicos sobre nuestras emisiones de dióxido de carbono indican que hemos perdido la lucha por detener el calentamiento global del planeta.

La sentencia está casi sellada y se resume en dos cifras: 2 grados Celsius y 565 giga toneladas de dióxido de carbono.

Varios estudios científicos sostienen que cualquier aumento de temperatura global del planeta por encima de dos grados tendrá consecuencias catastróficas. Para no elevar la temperatura global de la Tierra en dos grados Celsius necesitamos que, hasta el año 2050, nuestras emisiones de dióxido de carbono no sobrepasen de 565 toneladas. El problema es que la cantidad de dióxido de carbono que lanzaremos a la atmósfera si utilizamos todas las reservas comprobadas que tienen los estados y empresas productoras de hidrocarburos superaremos con creces las 2,500 toneladas, cinco veces mas de lo necesario para terminar de joder el planeta.

Si seguimos por el mismo rumbo, en los próximos años pondremos en la atmósfera del planeta suficiente dióxido de carbono para elevar la temperatura global del planeta mucho más que dos grados Celsius y terminaremos de destruir el delicado balance climático de la Tierra.

Este es el momento de reaccionar porque si algo queda claro es que sin un cambio radical no habrá vuelta atrás.


Adictos al petróleo
A pesar de que, desde los años setenta, sabemos que el planeta está elevando su temperatura a un ritmo nunca antes registrado y a pesar de que la mayoría de estudios científicos serios demuestran que el calentamiento global es consecuencia directa de nuestra casi absoluta dependencia de la energía que nos proveen los combustibles fósiles, como el petróleo, no hemos sido capaces de tomar acciones definitivas a nivel mundial, nacional o regional.




Nos hemos vuelto dependientes del petróleo como bien ilustra el fotógrafo James Laughton en su serie titulada “Oil Dependency” (“Adicción al petróleo”) para quien el petróleo es como una droga que parece salvar nuestras vidas pero que al mismo tiempo las destruye.(Foto por James Laughton.)

Nuestra enfermiza y, a estas alturas, estúpida dependencia del petróleo no es voluntaria sino que es una consecuencia directa de la manipulación de la que hemos sido y seguimos siendo objeto. En los últimos treinta años se han desarrollado varias fuentes de energía alternativa pero las trasnacionales que dominan el mercado petrolero apoyadas, directa o indirectamente, por los gobiernos han logrado acallar, desprestigiar, esconder y hasta desterrar estos esfuerzos con tal de seguir vendiendo millones de barriles diarios de petróleo.

Las vidas de la mayoría de habitantes del planeta Tierra dependen del petróleo. Hoy, sin el petróleo y otros combustibles fósiles, los seres humanos somos inútiles, vanos y hasta obsoletos. Simplemente, no somos.

En las últimas décadas hemos enviado un representante de nuestra especie a la Luna, hemos logrado que la nave exploradora Voyager atraviese los extramuros de nuestro Sistema Solar, hemos desarrollado complicadas redes de interacción social y, entre otros logros, hemos construido complejas máquinas capaces de buscar la partícula más pequeña de la que se compone el universo. Sin embargo, si no cambiamos de curso nada de lo anterior importará, probablemente nosotros, (Sí, usted, sus amigos, sus conocidos y yo y los míos) seremos recordados como los estúpidos que se cargaron al planeta. Parafraseando el nombre de un conocido documental sobre el cambio climático, nuestros tiempos pasarán a la historia como la “Era de los Estúpidos”.

Antes de acercarnos al precipicio para tener una idea de la caída que nos espera o para poder entender la magnitud de nuestros errores, tenemos que retroceder millones de años atrás, levantar la mirada y tratar de observar, sin quemarnos la retina, a uno de los dioses primigenios, aquel que en muchas culturas antiguas fue considerado como el principal proveedor de vida: el Sol.


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En los últimos cincuenta anos nos hemos gastado la mayor parte de nuestros ahorros de energia solar almacenados durante millones de años. (Foto por Jeremy Harbeck)



El banco solar

Como explica Thom Hartman en su impecable investigación titulada : “The Last Hours of Ancient Sunlight”, (“Las últimas horas de antigua luz solar”), podemos afirmar que la luz del Sol es la fuente de la mayor parte de la vida que florece en la Tierra. Las plantas capturan la luz del sol y la almacenan. Estas plantas, a su vez, son el alimento de los animales herbívoros y estos son el alimento de los animales carnívoros. Prácticamente todas las formas de vida de este planeta existen gracias a que una planta fue capaz de almacenar energía solar para sobrevivir y, luego, esa misma planta fue el alimento y la energía de otro ser vivo.

Pero, ¿qué es exactamente lo que capturan las plantas? Y ¿cómo es que las plantas almacenan la energía solar?

Nuestra atmósfera tiene billones de toneladas de carbón en forma de gas, más conocido como dióxido de carbono (CO2). Las hojas de las plantas capturan la luz solar y usan esa energía para producir una reacción química llamada fotosíntesis a través de la cual liberan los átomos de carbón del dióxido de carbono de la atmósfera. El carbón liberado es usado por las plantas para crear azucares y otros carbohidratos complejos que son los que componen la mayoría de sus hojas, raíces y troncos. En ese mismo proceso, el oxígeno es liberado por las plantas hacia nuestra atmósfera.

Como bien dice Hartmann, los árboles no son más que aire y luz solar solidificada.

Como ningún animal o humano es capaz de generar materia a base de agua, aire y luz solar como hacen las plantas, la alimentación de los humanos siempre ha estado limitada por la cantidad de plantas disponibles en el planeta. A más plantas más alimento para los seres humanos y más alimento para los animales que son parte de la dieta de los humanos.


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Los combustibles fósiles no son más que la energia solar capturada por las plantas hace millones de años. (Foto por Alan Brain)


Viviendo de los ahorros solares

Dentro de esta visión, la agricultura es una técnica para hacer que un simple pedazo de tierra sirva para capturar más eficazmente la energía solar y así producir alimento en forma de plantas.

Así fue por muchos miles de años. Los seres humanos vivimos humildemente consumiendo la energía que el Sol nos otorgaba cada día.

Todo cambio en la Edad Media cuando descubrimos el carbón mineral. Este mineral se originó como producto de la descomposición, a través de millones de años, de vegetales, maderas, o esporas que recogieron la energía solar y la almacenaron. Este proceso de descomposición hizo que la energía solar que estas plantas capturaron, hace millones de años, llegase a nosotros en forma de carbón mineral.

Desde este momento los humanos dejamos de consumir exclusivamente la energía que nos entregaba el Sol diariamente para utilizar la energía solar acumulada por las plantas hace millones de años. Es con el consumo de carbón mineral que empezamos a gastar nuestros ahorros de energía solar y nos permitimos el lujo de consumir más recursos de los que el Sol nos proveía diariamente.

El carbón mineral solo fue el inicio…
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Este es uno de los primeros pozos petroleros de USA. El pozo de Edwin L. Drake en Pennsylvania en 1859.


El dios petróleo

En 1850, sucedió algo que cambiaría para siempre la historia del mundo y el destino de la especie humana: descubrimos el petróleo.

¿El petróleo también es energía solar acumulada?

Sí.

Hace cuatrocientos millones de años, la atmósfera terrestre tenía mucho más dióxido de carbono que ahora. En ese entonces, muchas plantas capturaron ese carbón y se hundieron en las profundidades de los océanos. Luego, el paso de los años comprimió lentamente estas plantas y las dejó atrapadas en el subsuelo. La materia resultante de este proceso, que duró millones de años, es lo que ahora conocemos como petróleo.

El petróleo, como el carbón mineral, no es más que energía solar almacenada por las plantas hace millones de años, nuestros ahorros solares, nuestra negra y líquida herencia solar.

La humanidad no tardó mucho en empezar a utilizar el petróleo como fuente de energía y gracias a la “maravillosa” revolución industrial decidimos reemplazar a los animales de la granja con tractores e incrementamos considerablemente nuestra capacidad de producir alimentos.

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Un antiguo pozo petrolero de Texas. (Foto por http://www.rootsweb.ancestry.com/)


¡Black Gold, la tarjeta de crédito del planeta Tierra!

Entusiasmados por esos chorros negros que parecían brotar enfurecidos de las entrañas de la Tierra, empezamos a consumir de manera desmedida la energía solar que había sido almacenada por las plantas del planeta hace millones de años. El petróleo, poco a poco, se empezó a utilizar para producir materiales sintéticos, para producir resinas, plásticos y hasta fertilizantes.

El aumento en nuestra producción diaria de alimento, gracias al petróleo y a la revolución industrial, ayudo a que la población mundial se incrementara a pasos agigantados. En catorce años, de 1960 a 1974, la población mundial aumentó de tres billones a cuatro billones. Para 1999, ya éramos seis billones.

El petróleo se volvió un sinónimo de dinero y con los avances tecnológicos se construyeron pozos petroleros en los lugares más recónditos del mundo, inclusive en aislados rincones en medio del océano.

Ahora, el petróleo es nuestra fuente principal de energía. La mayoría de los productos que consumimos o que utilizamos en nuestras actividades diarias están hechos de derivados del petróleo o están hechos por máquinas que necesitan petróleo para funcionar. Sin darnos cuenta, nos hemos vuelto dependientes de la energía oscura.

En los últimos treinta años nuestros niveles de extracción y de consumo de petróleo se han elevado a cifras inimaginables. Hemos extraído el botín de las entrañas de la Tierra, barril por barril, sin pensar que quizás estamos a punto de agotar nuestras reservas de este tipo de energía.

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La ambición de ciertos empresarios y nuestra enfermiza dependencia del petróleo es una combinación explosiva. Se han construido pozos petroleros en los lugares mas inaccesibles.


¿Cuántas reservas de petróleo o antigua energía solar almacenada nos quedan?

Thom Hartman lo explica claramente:
“Desde el descubrimiento del petróleo en Titusville (Pennsylvania, USA) en 1859, los humanos han extraído 742 billones de barriles de petróleo de la Tierra. Actualmente, las reservas mundiales de petróleo se calculan en 1000 billones de barriles. La mayoría de los ejecutivos de las compañías petroleras piensan que esto no es un problema. En un discurso optimista presentado al Club de Economía de Columbus, en 1996, un ejecutivo de la compañía química Ashland señaló que las reservas mundiales de petróleo deberían durar 45 anos, asumiendo que el consumo actual no se incremente. Pero de acuerdo a la información obtenida por la compañía Petroconsultants (entre otras), el consumo de petróleo mundial se incrementa en 2.8% cada año. Si proyectamos ese porcentaje en el futuro las reservas solo durarían treinta años.”

Solo hemos necesitado cincuenta años para gastar nuestros ahorros de cientos de millones de años de energía solar.

Cada año consumimos, aproximadamente, la energia solar almacenada durante cinco millones de años. La era de los estúpidos es el nombre perfecto para definir nuestros tiempos porque no solo hemos creado un mundo insostenible sino que además, en el camino, nos hemos cargado la atmósfera y los hábitats de varias de las especies que pueblan el planeta, incluyendo el nuestro.

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Estamos destruyendo nuestro habitat y el de varias de las especies con las que compartimos el planeta.


¿Ilusos, estúpidos o manipulados?

El problema es que esta “bonanza” provocada por la energía generada por el petróleo es una trampa mortal.

En este momento, producimos alimentos suficientes para satisfacer la demanda de todo el planeta aunque podemos afirmar que la mayoría de los habitantes de la Tierra no tiene acceso a esos alimentos porque vive en una situación de extrema pobreza.

Lo que viene es peor.

En menos de cincuenta años, debido al agotamiento de nuestras reservas de energía solar almacenada o de combustibles fósiles, no seremos capaces de producir alimentos para satisfacer la demanda mundial y los precios subirán. Las diferencias económicas, que ya son casi insalvables, se volverán más radicales y el dinero no será suficiente para obtener alimentos.

Tengamos en cuenta que luego de extraer la mitad del petróleo que contiene un yacimiento petrolífero los costos se elevan considerablemente. Extraer la mitad restante del petróleo que contiene un yacimiento es muy costoso. Es decir, incluso si el petróleo no se acabase completamente en los próximos cincuenta años, igualmente los precios del escaso petróleo que pudiese quedar almacenado se elevarán a niveles inimaginables.

Eso no es todo.

Al parecer, nuestra estupidez es tan brutal que linda con la genialidad…

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Nuestra enfermiza dependencia del petróleo es tan patética que hasta hemos construido gigantescas tuberías para transportar el petróleo a menor costo.


No solo hemos utilizado nuestros ahorros de energía solar irresponsablemente y hemos sobrepoblado el planeta creyendo que somos capaces de cubrir eternamente la demanda alimenticia y/o energética de billones de seres humanos sino que, al mismo tiempo y a sabiendas, hemos jodido casi irreparablemente la atmósfera de la Tierra.

En la próxima entrega de esta serie veremos a cuantas giga toneladas de dióxido de carbono estamos de la catástrofe, la irresponsable posición escéptica ante el cambio climático y los nombres de las empresas, empresarios y políticos adictos al dinero y al poder que no tienen ninguna consideración por el futuro del planeta o de la especie humana.



Fuentes:
  • Bill McKibben.(August 2012). Global Warming’s Terrifying New Math. Rolling Stone.
  • Thom Hartmann. (2004). The Last Hours of Ancient Sunlight. Broadway.
  • Naomi Oreskes.(2011). Merchants of Doubt: How a Handful of Scientists Obscured the Truth on Issues from Tobacco Smoke to Global Warming. Bloomsbury Press.
  • Elizabeth Kolbert.(2010). Field Notes from a Catastrophe: Man, Nature, and Climate Change. Bloomsbury USA..
Enlace: http://losdivulgadores.com/2012/10/la-era-de-los-estupidos-i-dos-grados-de-ambicion/

Comunicador audiovisual e investigador independiente. En Los Divulgadores, Alan Brain cubre los rubros de astronomía, ciencia, estudios bíblicos y extraterrestres, entre otros. “Un divulgador necesita ser, al mismo tiempo, un investigador exhaustivo, un traductor riguroso y un buen narrador.”
Alan Brain
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3 comentarios:

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