viernes, 3 de agosto de 2012

La mujer alemana que lleva 16 años viviendo sin dinero

Heidemarie Schwermer 

Artículo escrito por Por Roberto Arnaz | Economía para todos
Martes 31 de julio de 2012

Heidemarie Schwermer es un ejemplo. Mucho antes de que nos preocupase la voracidad de los mercados, la deuda o la prima de riesgo, esta alemana decidió que quería vivir sin someterse a la dictadura del dinero. De hecho, lleva casi dos décadas sin utilizar una sola moneda o billete. Su proeza ha quedado reflejada en un documental estrenado el año pasado y en una autobiografía, "Mi vida sin dinero".

La nueva vida de Schwermer comienza en 1996. Poco después de quedarse viuda, esta hasta entonces profesora dejó su puesto de funcionaria y decidió probarse a sí misma que podía sobrevivir un mes sin efectivo. El experimento funcionó y lleva 16 años viviendo gracias al trueque.



[Te puede interesar: La especuladora más joven de EEUU: con 14 años ya tiene una casa]

Durante este tiempo, esta valiente ex docente ha demostrado que renunciar al dinero no supone vivir en la indigencia. De hecho, viste con sencillez, pero con elegancia. Dispone de un ordenador y usa un móvil, todo gracias al intercambio. De hecho, en 1994 fundó la sociedad de trueque en Dortmund, pionera en Alemania y una de las primeras de Europa.

Dos años después, regaló su casa y su coche. Se deshizo de todas sus pertenencias, excepto de una maleta con algo de ropa, e inició su nueva vida, pese a las advertencias de su familia.

"Lo tenía todo. Vivía en una casa preciosa y ya había criado a mis hijos. Fue entonces cuando renuncié a todo. Fue una liberación", explica en 'Viviendo sin dinero', el documental sobre su vida, estrenado este mismo año y que lleva ya 250 proyecciones en más de 30 países.






Somos todos iguales
Ahora, sin dinero, su vida es mucho más sencilla. "Doy lo que quiero dar y me dan lo que necesito", ha confesado en una entrevista a la web de la cadena de televisión británica BBC. Gracias al trueque cubre sus necesidades más básicas sin someterse "al poder del dinero" y al "tanto tienes, tanto vales".

Heidemarie Schwermer no pretende cambiar el mundo, sino demostrar a la gente que existen formas de vivir distintas a las convencionales, aunque no exentas de dificultades. "Mi actividad, que tiene como misión llamar la atención sobre la injusticia, es mi vocación", afirma.

El pilar básico de su filosofía es que todos somos iguales, igual de importantes. De ahí la importancia del intercambio como forma de pago en esta nueva vida lejos de bancos, hipotecas y deudas: "todos sabemos hacer algo, y siempre hay algo que necesitemos a cambio. No es necesario hacer algo que te gusta sólo por ganar dinero y gastarlo en cosas que no necesitas".

Enlace:   http://es.finance.yahoo.com/blogs/fineconomiaparatodoses/mujer-alemana-16-os-viviendo-dinero-154741272.html 





Heidemarie Schwermer 


Mi vida sin dinero. Una experiencia basada en el trueque

Artículo escrito por: Jesús Ortega el 27 Sep 2008 - URL Permanente
27 de septiembre de 2008

Cuando escribió Mi vida sin dinero en 2002, Heidemarie Schwermer era una mujer de casi sesenta años de edad que llevaba más de cuatro viviendo sin un solo euro en casas que no eran suyas. Tras leer su libro he estado mirando en Internet y parece que mantiene el desafío. ¿Cómo lo ha logrado? Mi vida sin dinero no es un ensayo sociológico o político sino una narración autobiográfica con mensaje; un testimonio. Heidemarie nos cuenta su vida desde el principio. Nacimiento en Prusia Oriental, huida a Alemania al final de la guerra, privaciones, el internado, la fantasía infantil de contribuir a un mundo mejor. Se quiso hacer profesora, se marchó a Brasil, en Perú se enamoró de un artista plástico con quien regresó a Alemania. El fracaso de su matrimonio, la lamentable huida del pintor peruano, y una siniestra violencia que sobrevuela su experiencia matrimonial y que Heidemarie insinúa pudosoramente.

Tras una fortísima crisis personal en la que tuvo que ahuyentar la idea del suicidio, se animó a crear en Dortmund un centro de Da y Toma (trueque), el primero de Alemania. Los socios entregaban aquello que no necesitaban o lo que estuviesen en condiciones de ofrecer a los demás (desde una lavadora a clases de cocina, por ejemplo) y tomaban en reciprocidad lo que les hiciera falta. Fue un éxito. Pero en el centro de Da y Toma de Dortmund había algo que no encajaba. "Yo era la impulsora, los demás se dejaban arrastrar". Las limitaciones de esta experiencia pese a todo dejaban cada vez más insatisfecha a Heidemarie (en realidad se trataba de un juego filantrópico de mujeres de clase media, una forma como otra de socialización, con sus vanidades y sus peleas por el liderazgo). Inquieta, desasosegada, con una búsqueda de espiritualidad que la emparenta con los místicos, los santos, los iluminados, Heidemarie decide dar un paso más allá y experimentar en sí misma la radicalidad absoluta de la vida sin dinero. Atreverse a romper el tabú. "¿Qué pasaría, me pregunté, si aplicase mi idea al cien por cien y renunciase al dinero por completo? ¿Si me convirtiese en un ejemplo?"

De modo que, en medio del escándalo, hace correr la voz entre sus amigos: va a intentar vivir por completo sin dinero. Enseguida le llueven encargos. A cambio de comida y cama (y medicinas si enfermaba) ella limpiaría, cuidaría ancianos, pasearía mascotas, vigilaría las casas que se quedasen vacías por vacaciones. El libro está lleno de sabrosas anécdotas sobre lo difícil y gratificante que fue sortear todas las dificultades de no llevar jamás encima ni un solo euro.

Algo mueve a Heidemarie. Es una inquietud constante, un querer ir más allá una vez que se ha probado y vivido algo. Tal vez sea el afán visionario, hacerse el ejemplo encarnado, la antorcha que guía el camino. Quijotismo y ansia. Pero sin estos componentes no se puede emprender ninguna búsqueda radical. Heidemarie clama contra el capitalismo y tiene hijos punkis y ocupas con peinados iroqueses, pero cree en Dios (ha probado todas las iglesias) y dice hablar con los ángeles. No es una friki, sino una mujer sensible e inteligente. Una mujer rara. New age vegetariana y abstemia con un punto cursi que lo ha probado todo, la quiromancia, el shiatsu, la videncia, el tarot, la astrología, el movimiento antinuclear, el ecologismo, los herbolarios, los presentmientos, el budismo, el catolicimo, las hierbas aromáticas, la psicología gestáltica, la acupuntura, la meditación. La vida sin dinero.

Demasiado heterodoxa incluso para los movimientos alternativos entre los que llegó a ser una pequeña celebridad, Heidemarie es abrumadoramente sincera y valiente y no trata de fundar ningún partido ni de arrastrar a las masas, sino solo "ser un ejemplo". Llegar más lejos que los demás. Purificarse.

Tene clarísimo que el dinero está echando a perder el planeta y la vida humana. En Argentina han surgido comunidades de trueque a raíz de la crisis de 2001. El caso alemán es distinto. Heidemarie y sus compañeros de los centros de trueque no son pobres (aunque están muy sensibilizados con la injusticia y la miseria) sino que tienen necesidades espirituales. Heidemarie quiere cambiar el mundo pero no mediante la lucha de clases sino mediante la evolución individual. "Atreverme a vivir una vida sin reglas, totalmente entregada al instante". "Mi empeño es el de generar responsabilidad personal en todos los ámbitos". "Lo que estoy haciendo es un experimento con el que no pretendo dañar a nadie". "He descartado lo de evangelizar". "¿Qué pasaría, me pregunté, si aplicase mi idea al cien por cien y renunciase al dinero por completo? ¿Si me convirtiese en un ejemplo?

Más allá del debate de si se puede o no vivir sin dinero (y de todas sus implicaciones sociales o políticas), el libro de Heidemarie Schwermer lo veo sobre todo emparentado con la literatura de autoayuda: atrévete a realizar tus deseos. Atrévete a ser valiente. Atrévete a vivir una vida propia, auténtica, llena, con sentido, aunque los demás se burlen despiadadamente de ti. Porque el mundo se burla de quien es diferente. Un libro de autoayuda repleto de historias, cuentos, relatos, que no anima al lector a acomodarse en la realidad, sino a salirse de ella. Que no predica la aceptación de lo existente, sino la búsqueda radical del propio camino. Y que reniega de cualquier clase de gurús, vengan de donde vengan.

(HEIDEMARIE SCHWERMER, Mi vida sin dinero. Una experiencia basada en el trueque, Barcelona, Gedisa, 2002)

Enlace:  http://lacomunidad.elpais.com/jesusortega/2008/9/27/heidemarie-schwermer-mi-vida-sin-dinero 




Heidemarie Schwermer 



"SOY MÁS FELIZ COMO MUJER Y ME SIENTO MÁS LIBRE AHORA QUE VIVO SIN DINERO PORQUE TENGO LO QUE QUIERO"

Artículo escrito por Ana Ibarra - Diario de Noticias de Pamplona
Domingo, 10 de noviembre de 2002


CONOCER

No lleva ni un euro encima. Cuando cumplió cincuenta y ocho años decidió que todas sus pertenencias cabrían en su bolso de mano; dejó su piso, su trabajo como psicoterapeuta, renunció a la segundad social, regaló su coche, sus libros y canceló todas sus cuentas. No tiene nada y, sin embargo, se considera tremendamente rica: una mujer libre y feliz. Vivir sin dinero no es una pose hippy es la conclusión a la que ha llegado en su vida una mujer serena y luchadora que presta asesoramiento o cocina a cambio de techo y comida. Fundó el primer trueque en Alemania y es autora de un manual de supervivencia, una crítica feroz al capitalismo neoliberal


Es una europea alemana que no conoce los euros. Hace siete años que vive sin dinero. Despidió de su cartera esas tarjetas de plástico que nos recuerdan que todo el dinero lo controlan los bancos. Voluntariamente eligió una nueva vida "nómada" y "aventurera" que le ha dado felicidad y libertad, y dice que amor no le falta. Bajo el lema "No tener nada y ser mucho" Heidemarie propugna el ejemplo, sin necesidad de apología, de una nueva ética personal basada en la solidaridad, la libertad y la justicia. El viernes ofreció una charla en Pamplona invitada por el Centro de Atención a la Mujer Andrea.


-Esta postura suya tan antisocial y antisistema la toma con 60 años, digamos que después de haber saboreado esa sociedad consumista y materialista que ahora censura... 

-No es una actitud antisocial. Yo siempre he pensado que el mundo que hay no me gusta, el sistema en el que nos movemos no funciona porque la diferencia entre pobres y ricos crece, hemos alterado el clima de la tierra... Yo creo que así no podemos seguir. Y reflexioné sobre lo que podía hacer como persona individual.


-¿Quiere decir que ese inconformismo ha sido una constante en su vida? 

-De hecho, cuando trabajaba como profesora en la escuela, tenía muchos ideales y no podía llevar a cabo mis proyectos. Por eso lo dejé. En la escuela no se tiene tiempo para enseñar otra cosa que no sean las materias obligatorias. Yo pensaba que podía educar en otro sentido, pero no fue así. Yo no podía cambiar el mundo y empecé por el mío. Hice otras cosas y mi última profesión fue como psicoterapeuta. Tenía una consulta y mi situación económica era inmejorable. Venía gente con mucho dinero porque los pobres no podían pagarme y yo necesitaba el dinero así que no podía escoger. En esa ciudad también existe pobreza. 


-Se encontró entonces con todos los demonios y secuelas psicológicas que había creado esa sociedad tan competitiva... 

-Tengo dos motivos para haber dado este paso. Uno es la pobreza que existe en el mundo y el otro es la pobreza del alma. La gente está aislada, vive sola, no sabe cómo acercarse al otro, y yo detecté en mi profesión como psicoterapeuta estos problemas de comunicación.



-Psicóloga, ¿cómo afecta esa soledad a cada género? 

-Las mujeres han logrado trabajar, pero también tienen hijos y llevan el peso de la casa. Su trabajo es ingente. Y los hombres apenas han cambiado, apenas colaboran. Y la mayoría viven solas sin marido. Hay mucha madre soltera y separada porque no quieren aceptar esa dependencia del hombre. Yo me divorcié cuando tenía los niños muy pequeñitos. Ahora tienen 34 y 33 años, ven que estoy bien y me comprenden. Se alegran mucho cuando voy a dormir a casa de amigos porque hago muchas cosas para ellos. Si una madre tiene problemas con sus hijos, por ejemplo, hago de mediadora. Ofrezco tranquilidad y eso se agradece mucho


-Usted ha vivido además la unificación de las dos Alemanias, la convivencia de dos modelos culturales diferentes... 

-Conviven las dos Alemanias, el muro no existe pero es un muro invisible. Tengo ideas para la Alemania del este, son proyectos sin dinero


-¿Cómo se le ocurrió montar un trueque? 

-Un día tuve noticias de un proyecto de trueque que se organizó en Canadá. Pensé en hacerlo en Dortmund, la ciudad donde ahora vivo. La gente acogió con total entusiasmo la idea y se fundó el primer círculo de intercambio. Fue uno de los primeros en Alemania y además tuve la complicidad de los medios de comunicación.


-¿Cómo funciona? 

-Empecé en mi casa y le puso de nombre Dar y Tomar. Se intercambia de todo, productos y servicios sin que medie dinero: un corte de pelo, por ejemplo, por una clase de matemáticas. Al principio, la gente no confiaba en el trato con gente desconocida. A mí me molestaba mucho y quise demostrarles que era viable. Se necesita corazón. Primero me planteé vivir sin dinero. Y me puse como meta un año.


-¿Y cómo se equiparan las horas de trabajo de oficios con diferente grado de responsabilidad y cualificación? 

-En mi trueque hemos hecho equivalencias de horas para todo; da lo mismo que uno limpie, que uno preste asesoramiento... Yo prefiero dar consejo que limpiar, pero es verdad que me enojaba reconocer que a algunas tareas como la limpieza o el cuidado de la casa y de los niños no se les diera ningún valor. Por eso introduje el criterio de igualdad en las actividades. Una hora de atención médica es lo mismo que pasear al perro. Tenemos personas de todas las edades y profesiones. Somos 300 personas.


-¿A muchos profesionales en activo seguro que no les interesaría en principio este modelo salvo que estuvieran parados...? 

-Es cierto que creían que su trabajo tenía otra relevancia, pero también es verdad que las mujeres trabajan muchísimo y la sociedad no lo reconoce cuando en realidad es una función necesaria y que requiere mucho mimo.


-¿Cuál era su función? 

-Me dedicaba a organizar y dirigir el trueque. También llevaba la consulta en aquel momento. Las personas me daban comida y me cortaban el pelo, y yo me dí cuenta de que no necesitaba tanto dinero. Empecé a dejar clientes hasta abandonar mi trabajo. Un día una persona conocida se fue a América para tres meses y me ofreció cuidar la casa. Ahí empezó todo.


-¿Dónde están sus cosas? 

-He dejado todo lo que tenía a otras personas. Mis objetos, mi coche, mi ropa... Mi dinero para mis hijos, y la casa estaba alquilada. No tengo ni seguro médico.


-¿Qué tiene o qué le queda? 

-Ahora no tengo nada. Soy una persona sin techo, pero ante todo una persona libre.


-¿Y si se pone mala? 

-Tengo una amiga médico pero no quiero ir. Nunca los he necesitado porque yo me curo a mí misma.



-¿Quiere decir que lleva una vida sana? 

-Claro, pero siempre. Mi vida es una evolución. Tuve reuma y ahora la he superado gracias a la alimentación. Como frutas por la mañana para depurar...


-En esta sociedad donde lo viejo se desecha y se incita al consumo desaforado, donde el dinero corrompe las conciencias, sostiene las guerras y fomenta las desigualdades, usted ha montado una isla para la utopía. ¿No cree? 

-Muchas de las cosas que tenemos son inútiles. Trabajamos para tener. Todo lo que me llega a mí y no lo necesito, lo regalo a otros. No me gusta tener demasiadas cosas. Yo quería hacer mi experimento para un año, lo que pasa es que he notado que el dinero es malo porque nunca es bastante. Uno siempre quiere tener más. Los millonarios también. Y, sin embargo, yo ahora sé que cuando tengo hambre como y estoy satisfecha. No quiero más. Es una diferencia muy grande. La calidad de mi vida es mayor desde que no tengo dinero. Ésta fue mi voluntad y la lleve adelante porque creía en ello. Nunca me he sentido pobre. Yo creo que cada persona puede evolucionar. El ser humano no es malo.


-Sus hijos son grandes y no tiene que atender a sus padres, pero cualquier persona no se puede permitir no tener un trabajo, una estabilidad económica... Hay unas letras de un piso que atender, unos gastos fijos... 

-Yo siempre digo que no trato de convencer a nadie. Sólo quiero dar impulsos, no se trata de que me copien. No se trata de que desaparezca el dinero sino que las personas cambien sus conciencias, que se den cuenta que el mundo en el que vivimos no es el mejor. Somos una masa dirigida y la gente no busca su felicidad dentro de sí mismo.


- Esta alternativa a la vía de consumo tradicional en algunos países como Argentina se convierte en la única opción de supervivencia. Los principales beneficiarios de estos puntos de trueque son ancianos, parados o amas de casa que pueden obtener huevos frescos diariamente a cambio de la reparación de un coche, o un corte de pelo a cambio de una clase de inglés. 

 -En Argentina ahora existe una gran pobreza y los trueques funcionan muy bien porque hay una necesidad. Pero es mejor cuando los cambios tienen su origen en la conciencia y no en la necesidad porque cuando vuelve el dinero, todo cambia.


-¿Cree que es posible vivir en una sociedad más solidaria cuando son las multinacionales son las que dirigen las economías? 

-Sí, se puede vivir sin apoyar ese sistema. En el fondo cada uno sabe lo que realmente necesita. Son opciones personales. El primer paso debe ser saber que el sistema capitalista no puede funcionar mucho más tiempo.


-¿Se considera una persona de izquierdas, sintoniza con modelos más socializadores? 

-No me encasillo. Claro que tengo ideas comunistas, budistas y cristianas. Creo en Dios. Es verdad. La gente puede vivir con amor y solidaridad, pero como individualidad voluntaria en la sociedad.


-¿No pertenece a ningún colectivo o movimiento? 

-No. Yo tengo muchas oportunidades de hablar a la gente, no sólo a través de charlas, sino en televisión, y mi mensaje sé que va calando...


-¿No quiere ser ideóloga de un nuevo partido político? 

- Creo que el modelo de los partidos políticos está caducado, lo de marcar el camino para la colectividad. Es tiempo de que el individuo sea fuerte y elija su opción de vida de forma voluntaria, que crea en su propia potencialidad. Es la gente la que demanda un tipo de gobierno, un modelo de televisión, etcétera. Son libres para elegir. Hasta ahora predominaba el camino masculino, con una mente rígida donde tiene cabida la guerra y la violencia. Una mujer no pone bombas. Es necesario que el lado femenino decida sobre un nuevo mundo


-Pero lo cierto es que las mujeres vivimos más esclavas de la imagen y del consumo.¿Es usted feminista? 

-No. Soy mujer. Este mundo es todavía un mundo de hombres, pero en él empiezan a asomarse las mujeres fuertes. Hay muchas y con mucha energía, y saben crear nuevas formas de vida y de relación.


-¿Trabajamos para tener? 

-Separamos ocio y trabajo, trabajamos para tener dinero y acumular cosas


-¿Hasta cuándo va a seguir? 

-Voy para el séptimo año y sigo.


-¿Qué añora del pasado?

-Nada. Tengo una vida aventurera. Cada día he hecho una charla y dos entrevistas. Soy una nómada.


-¿Cómo es un día cualquier en la vida de Heidemarie? 

-Tengo una oficina en Dortmund. Yo no hago cosas con el trueque. Hago mi trueque aparte. Tengo un correo electrónico e Internet y a cambio cocino cada día para mí y para un grupo de gente de cinco personas. Doy consejos a gente por Internet sobre temas terapéuticos u otros problemas, pero no cobro nada, yo recibo lo que necesito por otro lado. Vivo en una Casa de Cultura (una especie de gaztetxe autogestionado que no depende de la Administración) donde trabajan diferentes grupos. La comida viene de una tienda biológica. Puedo dormir allí si no tengo otro techo. Duermo con amigas y tengo al menos diez oportunidades cada noche.


-¡Serán buenas amigas! ¿No le preocupa poder molestarles en su vida privada? 

- No hace falta tener una relación muy estrecha para encontrar un techo (Heidemarie mira a una de las mujeres de Andrea que le acompañan y que la ha ofrecido su casa). Es mucho más fácil. He conocido a mucha gente.


-Tampoco paga tampoco impuestos. ¿Es insolidaria? 

-No, yo contribuyo a mejorar la vida de los demás de otra manera.


-¿Entonces, anarquista? 

-Sí, y me gusta.




HISTORIA


UNA VIDA FIEL A UNOS IDEALES


Nació en 1942 en Memel, Prusia. Hija de una familia de refugiados de la II Guerra Mundial, tenía sólo dos años cuando su familia se vio obligada a huir al oeste. Aquel hecho le marcó para siempre. "Éramos una familia de comerciantes y tuvimos que empezar de cero, pasando muchas penurias...". Tras finalizar los estudios de Magisterio obtuvo su primer trabajo como profesora de primaria en Kiel. El hecho de no poder llevar adelante sus "ideales" pedagógicos le hicieron abandonar esta profesión y trasladarse a Lunenburg, donde estudió Psicología y Sociología.


Allí se especializó en psicoterapia gestáltica y abrió su propia consulta en Dortmund, en la cuenca del Ruhr. En los años sesenta se separó del padre de sus hijos tras una breve y traumática convivencia. Desde entonces no ha vuelto a verlo. Supo educar a sus dos hijos que han conocido a una mujer que ha luchado por una vida mejor y ha cultivado la filosofía del vales lo que eres no lo que tienes. Ambos viven hoy en comunas, sin profesión y casi sin estudios, aunque no se siente responsable del camino que han seguido, como tampoco quiere que dependan de ella.


En 1994 fundó un centro de intercambio en esta ciudad y dos años más tarde donó todos sus bienes y se comprometió a no volver a utilizar el dinero. En un armario en casa de unos amigos guarda su ropa y algunos recursos personales. Su imagen no es la de una mendiga. Viste con sencillez y elegancia y luce un collar y pendientes de perlas verde. Se trata de ropa regalada, obtenida a través del trueque y algún que otro regalo. Es vegetariana. Un zumo de tomate le acompaña durante la entrevista, y elige para comer ensalada y menestra. No prueba el café ni el vino, y reconoce que el yoga es uno de sus secretos para mantenerse tan fresca. Entre risas, le confiesa a Rosa, de Andrea, que es una mujer rica porque posee una vivienda (en Alemania la cultura del alquiler está más arraigada).


En su libro 'Mi vida sin dinero' (20.000 ejemplares en Alemania y editado en castellano por la editorial Gedisa), cuyos beneficios donará a una entidad benéfica, relata momentos de soledad y crisis, sobre todo al sentirse una mendiga a la hora de tener que pedir un favor a alguien. Se ha dedicado al cuidado de casas, niños y mayores, ha limpiado y cocinado, ha impartido conferencias, cursillos terapéuticos... Ha viajado por varios países de Europa invitada por diferentes asociaciones, y en Navarra, paró en Estella y Pamplona.

Enlace:   http://www.autosuficiencia.com.ar/shop/detallenot.asp?notid=42 

No hay comentarios:

Publicar un comentario