viernes, 2 de diciembre de 2011

De verdad crees que una bellota es un roble?


Habría que empezar por diferenciar, si queremos ser honestos, lo que es un ser vivo de lo que es un ser humano. Actualmente los datos científicos disponibles sobre las etapas del desarrollo embrionario son hechos objetivables, cuya interpretación ha de estar exenta de influencias ideológicas o creencias religiosas.

Los científicos se han manifestado en vertientes distintas. Los biólogos, ginecólogos, pediatras, psiquiatras y juristas antiabortistas reclamaron en La Declaración de Madrid "una correcta interpretación de los datos de la ciencia en relación con la vida humana". Consideran que un aborto no es sólo la interrupción voluntaria del embarazo", sino un acto "simple y cruel de interrupción de una vida".

En contraposición, otro grupo de científicos aduce que cada ciudadano tiene la libertad personal de adoptar cualquier postura o creencia, pero hay "evitar confundir a la sociedad contaminando cuestiones de carácter social con argumentos a los que la ciencia no otorga legitimidad".

Y una tercera vía, en consonancia con la anterior, es la de los científicos que sustentan su argumentación sobre las últimas investigaciones en el campo de la neurobiología por lo que afirman que antes de formarse la corteza cerebral y su sistema nervioso central el feto no es una persona, no es un ser humano. La diferencia entre el genoma humano y el genoma del chimpancé es de sólo alrededor del uno por ciento, y datos recientes señalan que la información genética contenida en este uno por ciento es precisamente la que determina las propiedades que distinguen al cerebro humano del cerebro de otros primates. Es por esto que el conocimiento neurobiológico sobre el desarrollo anatómico y funcional del sistema nervioso humano nos permite establecer que no se puede hablar de persona sino hasta el tercer trimestre del embarazo. Las bases más importantes de esta afirmación son las siguientes. Mientras estén vivas, todas las células del organismo humano tienen vida. Es útil expresar esta redundancia para dejar claro que las células humanas pueden vivir fuera del organismo del que forman parte. Si no fuera así, no podría haber trasplantes de órganos, pues éstos morirían en cuanto se extrajeran del donador. Tampoco podría haber reproducción sexual, ni fertilización in vitro, ni inseminación artificial, pues en todos estos casos los espermatozoides y los óvulos se comportan como células vivas fuera de las gónadas que les dieron origen. Además, todas las células poseen el genoma humano completo, ya que como se demostró desde la clonación de la oveja Dolly, las células adultas de tejidos ya especializados para realizar su función particular pueden desdiferenciarse para dar origen a un organismo completo mediante la clonación reproductiva. Así, es evidente que estar vivas y poseer el genoma humano completo no hace que las células tengan vida humana y puedan considerarse como personas.

Hasta que no se desarrolle la corteza cerebral no se puede hablar de “vida humana”. Mientras esto no ocurre, la vida de un embrión no difiere sustancialmente de la de cualquier célula, órgano o tejido de un organismo multicelular vivo.
¿Qué nos dicen los estudios neurobiológicos del desarrollo intrauterino del embrión humano? Los cientos de investigaciones realizadas en los últimos 30 o 40 años permiten concluir que es hasta el tercer trimestre de la gestación cuando se han formado, morfológica y funcionalmente, las estructuras necesarias para que existan sensaciones conscientes, incluyendo en éstas al dolor.

A continuación se describen brevemente estos hallazgos. Antes del día 14 después de la fecundación, el embrión aún puede dividirse para dar lugar a gemelos idénticos, por lo que antes de este período es imposible hablar de individualidad. La aparición del surco primitivo, que ocurre el día 14 después de la fecundación, determina el momento a partir del cual ya no se puede dividir el embrión para producir gemelos idénticos, pero en ese momento no existe todavía el tubo neural que dará origen al sistema nervioso. Los primeros receptores cutáneos se empiezan a formar entre las semanas 8 y 10 de la gestación, y desde la octava semana pueden producirse reflejos espinales. Sin embargo, las neuronas sensoriales que responden a los estímulos dañinos o dolorosos no aparecen sino hasta la semana 19. Además, esto no es suficiente para la percepción consciente del dolor, ya que las vías nerviosas y las conexiones funcionales entre las neuronas de la médula espinal y los grupos neuronales del interior del cerebro, y entre éstos y la corteza cerebral, no pueden formarse todavía porque no hay aún corteza cerebral. La corteza se desarrolla hasta las semanas 23-27 de la gestación, su capacidad de respuesta eléctrica a estímulos sensoriales se alcanza hasta la semana 29, y no hay actividad eléctrica registrada por el electroencefalograma sino hasta la semana 30. Aunque las contracciones faciales en respuesta a estímulos pueden ocurrir entre las semanas 28-30, no parecen ser signos de percepción de sensaciones o de dolor, puesto que también se han observado en fetos anencefálicos en los que no hay desarrollo de la corteza cerebral. Todos estos estudios han establecido sin lugar a dudas que el feto humano es incapaz de tener sensaciones conscientes antes de las semanas 24-25 del embarazo.

Es claro entonces que, si antes de este tiempo de la gestación el feto no puede tener percepciones y por tanto es insensible al dolor, y es también absolutamente incapaz de sufrir o gozar y de tener conciencia, porque todavía no ha adquirido las estructuras, las conexiones y las funciones nerviosas necesarias, biológicamente no puede ser considerado un ser humano aunque sus células tengan el genoma humano completo.

Acabo con parte de las reflexiones de Jesús Mosterín que suelen hallarse en la frontera entre la filosofía y la ciencia, tomando la racionalidad como hilo conductor. Una bellota no es un roble. Los cerdos de Jabugo se alimentan de bellotas, no de robles. Y un cajón de bellotas no constituye un robledo. Un roble es un árbol, mientras que una bellota no es un árbol, sino sólo una semilla. Por eso la prohibición de talar los robles no implica la prohibición de recoger sus frutos. Entre el zigoto originario, la bellota y el roble hay una continuidad genealógica celular: la bellota y el roble se han formado mediante sucesivas divisiones celulares (por mitosis) a partir del mismo zigoto. El zigoto, la bellota y el roble constituyen distintas etapas de un mismo organismo. Es lo que Aristóteles expresaba diciendo que la bellota no es un roble de verdad, un roble en acto, sino sólo un roble en potencia, algo que, sin ser un roble, podría llegar a serlo. Una oruga no es una mariposa. Una oruga se arrastra por el suelo, come hojas, carece de alas, no se parece nada a una mariposa ni tiene las propiedades típicas de las mariposas. Incluso hay a quien le encantan las mariposas, pero le dan asco las orugas. Sin embargo, una oruga es una mariposa en potencia.

Los principales trabajos científicos que demuestran los datos aquí mencionados se citan en el artículo titulado “La formación de la persona durante el desarrollo intrauterino, desde el punto de vista de la neurobiología”

3 comentarios:

  1. Muy bien explicado Miguel. Sólo faltó poner dónde está el artículo de referencia.

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  2. Tienes razón que podría haberlo puesto, ahí están algunas referencias que a su vez remiten a otras que también van en esa dirección
    http://ciencias.jornada.com.mx/foros/despenalizacion-del-aborto/opinion/sexta-sesion/la-formacion-de-la-persona-durante-el-desarrollo-intrauterino-desde-el-punto-de-vista-de-la-neurobiologia

    http://www.cronica.com.mx/nota.php?id_nota=315047

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  3. La explicación está bien argumentada desde una perspectiva muy especializada de la medicina.
    No obstante, en mi opinión, hay aspectos sobre este asunto que exigen una perspectiva diferente, quizás más amplia o global, que importan en el análisis.
    Creo que el asunto bien vale un artículo de opinión; así que lo voy a preparar y lo publicaré con el único objetivo de aportar un punto de vista que pueda ser complementario o diferente, según se mire, pero que deseo interesante en cualquier caso.

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